jueves, 19 de septiembre de 2013

LA COMPAÑÍA CARTAGENERA DE NAVEGACION


Cartagena pudo vanagloriarse en el primer tercio del siglo XX, de poseer una compañía naviera que llevara el nombre de la ciudad y sus Cuatro Hijos más ilustres por los mares y puertos de Europa. La “Compañía Cartagenera de Navegación” fue creada por el rico minero Celestino Martínez Vidal, el mismo que construyó para su familia el Gran Hotel, objeto de admiración ahora y siempre en nuestra Cartagena. En 1907 había en España una veintena de empresas navieras, la gran mayoría bilbaínas, y en el Mediterráneo teníamos tres en Barcelona, una en Cádiz y nuestra compañía cartagenera. 

Su campo de acción eran los puertos españoles como Barcelona o Málaga donde contaban con un agente y los puertos ingleses como el de Newcastle, y en cuanto al material que transportaban alternaban los minerales como el carbón con las frutas de la zona de Levante. Su Director Gerente Antonio Gogorza llegó a ser vicepresidente de la Cámara de Comercio de Cartagena y precisamente a él se debe que al nombre oficial de la cámara se le añadiera “de Navegación”. El puesto de Presidente del Consejo de Administración fue a parar a Sandalio Alcantud, vinculado familiarmente al fundador pues era su consuegro, y el de Secretario al abogado José Lizana Muñoz que llegó a ser teniente de alcalde, Juez Municipal, Vicecónsul de Uruguay y Vocal de la Junta de Protección a la Infancia. 

Acción de la Compañía Cartagenera de Navegación

De los cuatro barcos, “San Isidoro”,“Santa Florentina”, “San Leandro” y “San Fulgencio”, estos dos últimos fueron hundidos por submarinos alemanes durante la Primera Guerra Mundial. En Enero de 1917 llegaban las noticias a Cartagena del hundimiento del “San Leandro” y todos se temían lo peor hasta que se recibió un telegrama que decía “San Leandro: tripulación salvada llegará sábado a Hendaya”. El caso del “San Fulgencio” fue mucho más indignante por cuanto en este caso el submarino alemán  que les interceptó, obligó a su capitán Jaime López y a los tripulantes cartageneros a llevar seis bombas a la bodega del barco y una vez abandonados procedieron a disparar contra él hundiéndolo. Por suerte una barca de pescadores franceses los encontró y los remolcó hasta un pueblo llamado Les Sables d´Olonne, y en Nantes el cónsul les vistió, les dio dinero y pudieron regresar a Cartagena. La pérdida de estos dos barcos, unida a la gran crisis de la minería de los años veinte, provocó que tras varias amenazas de liquidación la compañía desapareciera para siempre en 1930.

No hay comentarios:

Publicar un comentario